Una de las características más importantes para diferenciar una alternativa de inversión de otra, es el nivel de riesgo que supone.
La capacidad de generar rendimientos se conoce como rentabilidad.
En una inversión, los rendimientos futuros no son seguros. Pueden ser grandes o modestos, pueden no producirse, e incluso puede significar perder el capital invertido. Esta incertidumbre se conoce como riesgo.
No existe inversión sin riesgo. Pero algunos productos implican más riesgo que otros.
La única razón para elegir una inversión con riesgo ante una alternativa de ahorro sin riesgo, es la posibilidad de obtener de ella una rentabilidad mayor.
Tenga presente que:
- A iguales condiciones de riesgo, hay que optar por la inversión con mayor rentabilidad.
- A iguales condiciones de rentabilidad, hay que optar por la inversión con menos riesgo.
- Cuanto mayor el riesgo de una inversión, mayor tendrá que ser su rentabilidad potencial para que sea atractiva a los inversores. Cada inversor tiene que decidir el nivel de riesgo que está dispuesto a asumir en busca de rentabilidades mayores.
- Cuanto más riesgo se asume, más rentabilidad se debe exigir. Igualmente, cuanta más rentabilidad se pretende obtener, más riesgo hay que asumir.
¡Cuidado! Riesgo y rentabilidad van unidos, pero aceptar un mayor riesgo no es ninguna garantía de obtener mayores rendimientos.