El contador de gatos que ganó un Nobel

Gracias a su trabajo sobre la inflación y el desempleo, Edmund Phelps consiguió el Premio Nobel de Economía 2006.

Foto El contador de gatos que ganó un Nobel

Edmund Phelps siempre tuvo cariño por los números y las estadísticas.

Nacido en Chicago en 1933, cuando Estados Unidos atravesaba los peores años de la Gran Depresión y sus padres se encontraban sin empleo, pronto vio a su familia cambiarse a Nueva York donde su papá había conseguido trabajo como publicista.

Por las tardes, al regreso de su oficina, el papá le enseñaba a identificar los modelos de los autos. Vivían en un edificio de departamentos y ya a los siete años de edad sorprendía a su familia con su estudio completo acerca de todos los gatos que vivían en el edificio.

Poco más tarde seguiría su obsesión por la investigación y los números. "Me gustaba pasar la tarde en la carretera registrando los vehículos según los Estados que aparecían en las patentes", contaría más tarde.

La situación del país y la de sus padres mejoró, así que concurrió al Amherst College sin saber mucho lo que iba a estudiar: "Suponía que me movería en el mundo de los negocios, del dinero, haciendo algo increíblemente inteligente", contaba. Sin embargo, en el primer año se entusiasmó con la filosofía y habría seguido ese camino si no hubiera sido por su papá, que lo impulsó a tomar algún curso de economía.

Llegó al curso de James Nelson, un economista de Harvard que hacía las clases interesantes y hasta humorísticas, lo que le hizo interesarse cada vez más en las materias. Como resultado, egresó en 1955 como economista y luego, gracias a una beca, concurrió a la Universidad de Yale donde obtuvo un magíster (1956) y un doctorado (1959) en economía.

Aunque intentó trabajar como investigador, le tentó volver a hacer clases y estuvo en la Yale University hasta 1965, cuando recibió dos ofertas. Una para una universidad en Chicago, pero cuenta que recordó lo fuerte que era el viento en los alrededores del Lago Michigan y prefirió la otra, en la University of Pennsylvania, que quedaba cerca de Nueva York.

Su época dorada

El tiempo que seguiría él mismo lo denomina como su época dorada, ya que se enfocó en las áreas que más le interesaban, que era la relación existente entre el desempleo y la inflación. Vale decir, las materias que son abarcadas por la macroeconomía.

Hasta ese tiempo se entendía que si existía desempleo, éste se podía atacar por la vía de aumentar los salarios y que eso significaría que se produciría un poco más de inflación. Pero era un precio que la economía de un país podía pagar si se lograba reducir el número de personas sin trabajo. Esa relación se conocía como la "curva Phillips".

Sin embargo, Phelps comenzó un trabajo que lo llevó a contradecir esa idea y que finalmente le daría el Premio Nobel, casi 40 años después.

Como lo explicó la Real Academia Sueca de Ciencias que concede los premios al anunciar el Nobel de Economía de este año, Phelps "alteró de manera fundamental nuestras visiones acerca de cómo opera la macroeconomía".

¿Qué hizo? Determinó que además del desempleo y la inflación, hay otro factor importante que entra a jugar, y que son las expectativas de las empresas y las personas, lo que ocasiona que muchas veces la inflación aumente sin que haya subidas de salario, sino porque el mercado espera que haya dicho aumento y actúa como si ya se hubiera producido. Por lo tanto, el efecto de aumento de salarios para disminuir el desempleo no se logra y lo convierte en una medida inefectiva.

Como esta idea fue aceptada en todo el mundo y permitió que muchos bancos centrales la usaran para determinar la forma en que atienden los problemas de desempleo e inflación en sus países, sus ideas causaron un impacto que se ha sentido globalmente.

Incluso en Chile, el ex Ministro de Hacienda Andrés Velasco, que fue alumno de Phelps en el año 1984, explicó a la prensa que "Phelps es uno de los macroeconomistas más originales y creativos de las últimas décadas. El mensaje principal de su trabajo es que tratar de estimular la economía artificialmente no lleva a ninguna parte".

El premio, en todo caso, no era algo inesperado para el profesor que contaba gatos cuando chico. "Pensé por un tiempo que lo conseguiría a los 60; luego, a los 70 y, más recientemente, había pensado que lo tendría a los 80". Pero le llegó con 73 años de edad, mientras vive y enseña en la Columbia University de Nueva York, acompañado por Viviana Montdor, su esposa argentina con la que se casó en 1974. Sigue con sus planes de investigar y estudiar, porque tal como explicó cuando cumplió 60 años, "no parece haber ninguna razón por la cual la creatividad de una persona debiera disminuir en sus últimas décadas".

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